Esta es una transcripción realizada por Inteligencia Artificial.
Entrevista realizada en Octubre del 2020.
Paulo Galindo: Estamos listos para platicar con el gran, gran invitado que tenemos el día de hoy en El Mentidero Live 2.0. Un tipo talentosísimo, reconocido en México por el gran teatro que hace. Es un honor tenerlo con nosotros, aunque sea de manera virtual. Esperemos que pronto sea presencial, el gran, grande Richard Viqueira.
Richard Viqueira: Muchas gracias, hermano, por esa presentación tan generosa y con tanto cariño. Se va a evidenciar que somos amigos antes que nada.
Paulo Galindo: No, Richard, es un gusto. Te agradezco mucho que te tomes el tiempo de platicar un ratito, más que conmigo, con nuestros amigos de El Mentidero que nos siguen en nuestras redes, que han venido a nuestras funciones. Siempre ha sido de nuestro interés que conozcan otras teatralidades que sabemos que les gustan mucho y que pues hay de todo en este mundo. Y hay Richard Viqueira en Ciudad de México haciendo esas cosas tan impactantes que vemos nosotros ahora ya nomás en fotografías. Me gustaría que nos platicaras qué es para ti el teatro y cómo llegas a decir: «Quiero montar una pieza teatral».
Richard Viqueira: Mira, antes que nada, yo creo que todo parte de la dramaturgia. Para mí, la buena dramaturgia, o por lo menos la que a mí me interesa, es aquella que obstaculiza la escena. Cuando leo una obra que dice «dos personas, una mesa, dos cafés», en realidad rehuyo de ella como si fuera la peste, como si fuera una pandemia. Me gustan esas obras que tienen la dificultad de ser montadas, que ya desde el papel mismo presentan un obstáculo. Pongamos el ejemplo de Peer Gynt, que en su época era una obra casi cinematográfica, cuando no existía el cine. O el Woyzeck, que es una obra modular que uno puede ir armando como sea.
Entonces, para mí, el teatro empieza desde la dramaturgia, que es un conflicto sobre el papel que deriva, por supuesto, en un conflicto sobre la escena. También se trata de problematizar las relaciones entre todos los creadores involucrados en una obra. Para mí, el principio de seducción tiene que ver con la dificultad. Realmente nos oponemos a la idea de sencillez en el teatro, porque creo que el teatro, además, es un arte necio que se rehúsa a morir. Ha sobrevivido guerras mundiales, pandemias, pestes. Es un arte resistente, mutable, que busca cómo adaptarse y sobrevivir, como esos reptiles que de pronto pierden la cola y les vuelve a crecer.
El teatro es un arte híbrido que siempre está en constante mutación, y eso es lo que yo busco y lo que me interesa. Procesos de laboratorio largos, donde siempre está puesto el acento en descubrir algo nuevo. Siempre comento que yo me dedico al teatro de búsqueda cuya mayor vocación es el fracaso. Yo trabajo para el fracaso. El teatro comercial trabaja para el éxito porque sigue un modelo muy definido tanto en la dramaturgia como en el montaje. El teatro de búsqueda, en cambio, es como la ciencia: ahora mismo vemos que hay cinco vacunas en estudio para controlar esta pandemia, y sabemos que tres de ellas no funcionarán. Es parte del laboratorio. Cuando digo que trabajo para el fracaso, me refiero a eso. Si buscara el éxito o crear la obra maestra, no haría nada de lo que hago, que tiene un 90% de posibilidades de fracasar. Y de ahí surge mi interés en hacerlo.
Paulo Galindo: Oye, y hay un gran reto para tus actores también en eso, ¿no? Cuando diriges. No hemos tenido el placer de trabajar juntos, pero lo he visto. En tus puestas en escena, los actores enfrentan una gran exigencia precisamente por lo que comentas sobre la dificultad de la apuesta, ¿no?
Richard Viqueira: Claro. Yo siempre digo que más que actores, busco cómplices. Un ejemplo es la obra Ternura Suite de Edgar Chías, donde los actores se introducían cosas dentro del cuerpo como parte de la poética de la obra. La gente me pregunta constantemente cómo los convencí, y yo les respondo: si yo tuviera el poder de convencer a alguien de hacer algo contra su voluntad, sería el presidente de la república. Lo que ocurre es que nos juntamos un grupo con una inquietud común, que deriva en que los actores acepten o incluso propongan hacer cosas extremas para hablar de una problemática común, como en este caso la violación.
En esa obra en particular, quise ir por el camino opuesto a lo que suele ocurrir en el teatro clásico, donde una violación o un acto atroz ocurre fuera de escena, detrás de un sofá, con luces suavizadas. Para mí, la violación no es algo hermoso o estético, tenía que ser una obra atroz, pornográfica en el sentido literal de la palabra, explícita, para que el espectador sintiera el asco de lo que es una violación en el mundo real, trasladado al escenario.
En otro caso, como en Embruna con Valentina Garibay, partimos de la idea de un unipersonal inspirado en La Mata Viejitas, donde el coprotagonista de la obra es el aire. Quería que el espectador fuera consciente de lo que normalmente está ausente en un monólogo pero que es sustancial: el aire, el éter que nos rodea. Valentina trabajó mucho sobre la asfixia, construyendo personajes a partir de la sensación de dejar de respirar. Para mí, el teatro es un acto ético y, por ello, no es que exija algo de mis actores, sino que encuentro gente con la que tengo esa afinidad de lanzarnos al abismo. Y como te comentaba, el 90% de las posibilidades es que eso salga mal. Estamos en la lucha por ese 10%.
Paulo Galindo: Pues mira, suena súper interesante. Es curioso, pero nos está pasando en El Mentidero que siempre los tiempos son muy reducidos y aquí podríamos platicar horas. Me encanta escuchar lo que dices porque no es algo que podamos escuchar muy comúnmente de los directores de teatro. La diversidad de visiones enriquece mucho, tanto a nosotros como a nuestros espectadores. Para cerrar, Richard, ¿qué es el teatro personalmente para ti? ¿Qué significa en tu vida?
Richard Viqueira: Mira, yo tengo un término que espero no suene pretencioso, pero lo llamo la supraexistencia. ¿A qué se refiere? Si, por ejemplo, tú y yo montamos Hamlet y tienes que morir en el escenario, me parece que cuando mueres como personaje, forzosamente estás también ejercitando tu muerte como persona. Es decir, cuando caes sobre el escenario, empiezas a preguntarte cosas tan simples como: «¿Respiro o no respiro para que mi abdomen sea visible o no al público? ¿Cómo simulo la muerte? ¿Cómo la represento?». En ese ejercicio, para mí, ocurren dos muertes o dos nacimientos, como lo quieras ver: el de Hamlet y el tuyo. Están ocurriendo al mismo tiempo. Para mí, la representación es una manera de explorar la existencia al duplicarla, y al hacerlo, se vuelve más potente. El amor entre Romeo y Julieta ejercita lo que Shakespeare propuso, pero también los dos actores que lo interpretan tienen que crear ese amor desde sí mismos. Entonces, hay un amor doble ocurriendo en la escena. Todo lo que se duplica, nos enseñan las matemáticas y la biología, adquiere más fuerza, más poder. Para mí, el teatro es eso: una supraexistencia en la que se vive, pero además también se está por encima de lo vivido.
Paulo Galindo: Richard, interesantísima la plática. Te agradezco mucho haberte tomado el tiempo de conversar con nosotros. Ya nos tomaremos un café pronto. Espero que aceptes en un futuro alguna invitación para que estés con nosotros en El Mentidero con tu teatro, o para hacer algo juntos. Estaría genial que estuvieras por acá.
Richard Viqueira: Por supuesto. Como mencionas, entre amigos el teatro se hace mejor. No creo en el teatro de audiciones, de procesos. Yo creo en el teatro de compas, de gente con la que tienes una afinidad personal, estética y química para crear estas cosas. Encantado de estar ahí, donde sea, cuando nos deje y después de lo que ocurre con esta pandemia.
Paulo Galindo: Perfecto. Estaremos encantados de tenerte por acá. En Hermosillo y en El Mentidero tienes tu casa, ya sabes.
Richard Viqueira: Muchas gracias, hermano.
Paulo Galindo: Te mando un abrazo. Hasta luego.
La entrevista completa puede verse en el canal de YouTube de El Mentidero. Ver aquí