El Mentidero

Paulo Galindo

Independientemente impertinente

El primero de una serie de 3 artículos.

¿Quién soy yo para decir estas cosas que voy a decir? Uno más, un vato intentando dedicarse a hacer Arte en Sonora. Y digo que lo intento porque, aunque quisiera dedicar el cien por ciento de mi tiempo a la creación, la investigación y la producción, la realidad en la que vivimos no me lo permite. Y soy afortunado, muy afortunado. Trabajo como encargado de la dirección ejecutiva de una compañía de teatro que fundó mi padre. Al puro estilo de la tradición del cómico de la legua heredé el oficio familiar y vivo de ello. Junto conmigo hay otras quince personas más menos, que también viven del arte, del teatro. No creo que sea un asunto menor ni de poca trascendencia, decir que en el corazón del desierto sonorense hay un grupo de personas que se dedican y viven exclusivamente de hacer arte, teatro, cuasi literalmente veinticuatro horas al día los siete días de la semana, porque para hacer teatro, hay que chingarle, no hay de otra. (Esta es una frase escuchada reiteradamente en los camerinos del país). Y no, no llegué a la posición privilegiada en la que estoy por ser hijo de quien soy, bueno sí, pero no. Mi padre es mi gran maestro, pero junto a él he tenido a otros tantos, maravillosos, generosos, chingones. Tuve también a otros no tan buenos pero que de igual manera me enseñaron, me forjaron y a los que recuerdo con nostalgia, porque sin ellos saberlo, me formaron para la adversidad. No soy tan nuevo en esto, tengo diez y seis años de vida profesional, contados a partir de que terminé la carrera de actuación en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM. En aquellos días nunca imaginé regresar a vivir a Hermosillo, muchas veces me lo preguntaron y siempre negué rotundamente la posibilidad. ¿Qué voy a hacer allá? ¿De qué voy a vivir? Respondía con cierta arrogancia y estupidez característica de los que recién egresamos de esa maravillosa escuela. Finalmente, los años pasaron y puedo decir que probé en la CDMX un poco de todo, del teatro, del cine, la televisión y de todas aquellas cosas que los actores hacemos en esa ciudad para sobrevivir, de algunas no estoy orgulloso, pero siempre trabajé en el mundo de la actuación. Todavía hasta hoy, alguna tía mía encuentra en algún programa perdido de Telemundo las peores escenas de mi vida en un unitario de algo así como “La rosa de Guadalupe”. Pero ni modo, “Hay que ejercer el oficio con dignidad” le oí decir a Bonilla en alguna charla respondiendo a la pregunta de que si porqué hacía novelas. Yo no sé si fue muy digno, pero lo intenté y aquel mes salió para la renta y el súper.

Eventualmente ejercer el oficio con dignidad me dio para vivir en el extranjero un corto tiempo y para pasearme por algunas capitales de Europa. Para ver el mundo, como dicen. Para sentarme a llorar frente a un original de Miró en el museo que lleva su nombre en Barcelona, volarme la cabeza en el teatro de Berlín o intentar ser estafado frente a la torre Eiffel. Tal vez para buscarme en las calles más extrañas y más lejanas. Tuve largas conversaciones conmigo mismo en esos trayectos y en esas interminables caminatas. Siempre me negué a usar el transporte público en ciudades nuevas, preferí caminar, sin mapa y sin rumbo, dejando, pensaba yo románticamente, que la ciudad me sorprendiera y de paso, me ahorraba unos centavos.

Pero esto ya parece mes mémoires y no se trata de eso. Luego de trece años en la CDMX, regresé a donde juré nunca regresar y lo hice con mucho entusiasmo, con mucho impulso y con muchas fantasías. Llegué para tomar, no sin temor, todo aquello que mi padre construyó después de muchísimos años de chingarle, para darle nuevo impulso, para seguir construyendo sobre esa base sólida de trabajo, pasión, entrega y sacrificio. Llegué a una Compañía en la que crecí, para tomar la rienda con la venia de mi padre, que debo decir, muy generosa y valientemente me otorgó, como es su costumbre, sin decir nada. Y tuve desde ese momento la libertad de equivocarme mucho y por lo tanto de aprender más. Puedo decir, orgulloso, que desde que regresé hace cuatro años a la fecha, nuestra Compañía ha crecido exponencialmente en muchos sentidos. Somos hoy una agrupación de profesionales dedicados que ha cumplido el sueño de cualquier teatrero de tener su propio teatro: El Mentidero, totalmente equipado y funcional, un escenario móvil: La Cachetona, estructura administrativa, y otras tantas cosas. Y puedo presumir, todavía más orgulloso, que lo hemos hecho sin aventar codazos, como se acostumbra, tristemente en nuestro entorno y en todos los ámbitos. Por el contrario, generamos empleos sobre todo entre jóvenes artistas, tenemos un grupo de voluntarios entusiastas enamorándose del teatro y morros haciendo su servicio social y prácticas profesionales. Es decir, hemos subrayado nuestra condición de Asociación Civil sin fines de lucro para hacer notar, que junto con el enriquecimiento del espíritu que solo puede regalar la experiencia de vivir el arte, se enriquece nuestra comunidad. Lo probamos cuando recuperamos el Colegio Amante para convertirlo en El Mentidero, luego de haber sido saqueado, incendiado y utilizado como centro de venta y consumo de cualquier clase de droga imaginable. Todo lo que hemos hecho hasta hoy, desde el escenario y hasta las oficinas que nos hemos visto obligados a recorrer, ha sido siempre en beneficio de muchos. Es el caso de nuestra propuesta del Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes de Sonora, el ahora ya famoso y muy poco estudiado y por ende incomprendido EFICAS. Gracias a él, además de nosotros, muchísimos artistas y agrupaciones han podido realizar proyectos con presupuestos que ni imaginaban y han podido aumentar no solo su calidad artística, por lo menos en términos de producción, sino el número de repeticiones o funciones y por lo tanto el número de espectadores o beneficiarios. Nosotros, por ejemplo, hemos triplicado nuestra actividad gracias al Estímulo, hemos recorrido Hermosillo y sus alrededores con teatro gratuito en las colonias, abrimos para su programación, nuestro foro a espectáculos de danza y compañías de teatro invitadas en medio de una terrible crisis de salud aprovechada como pretexto para cerrar y mantener cerrados hasta hoy los teatros oficiales. Ofrecemos una cartelera diversa en disciplinas, creadores, visiones. Constante de miércoles a sábado y por algunas semanas de lunes a domingo. Es decir, una cartelera sin precedentes en un espacio independiente sin precedentes en el Noroeste del país. Independiente sí, porque esa condición nos la da el hacer, como bien dice mi padre, lo que nos da nuestra chingada gana. Porque perdón, se oye fuera de lo políticamente correcto, y ya vendrán los “especialistas” hablar de la mal entendida y desgastada “pertinencia”, pero el artista es artista, en gran medida gracias a que hace lo que le da su chingada gana. ¿Te imaginas a Rothko pintando lo pertinente? La señora esa, “la pertinencia”, viene del griego: “Tengo que justificar el gasto”.  Y desde ahí, desde ver el arte como un gasto, estamos jodidos. Podemos decir entonces que, gracias a la “señora”, se justifican los recortes presupuestales. Independientemente del color del gobierno en turno, el arte no es pertinente, “hay prioridades”.

Hace poco más de tres años, luego del desalojo pacífico de el Colegio Amante, ilusionados y sin saber en la que nos metíamos, mas allá de la ruina en la que estaba convertida el edificio, estrenamos: “En este pueblo no hay Cristo”. Debo decir que la potencia de nuestro entusiasmo venía atizada, en primera instancia por deshacernos de la dependencia de la disponibilidad de los teatros oficiales, del humor del funcionario en turno y de, quiero subrayar muy bien lo siguiente: la cantidad de trámites interminables y costosos que teníamos que realizar cada vez que queríamos dar UNA función. En segundo lugar, estábamos vueltos locos con la idea de tener nuestro teatro. En ruina, sin luz, con un baño improvisado, sin techos y sin piso, pero nuestro al fin.

Continuará…

Paulo Galindo

Egresado de la carrera de actuación por el Centro Universitario de Teatro de la UNAM. Ha participado como actor en diversas puestas en escena, películas y series de televisión. Además de su carrera como actor, cuenta con trayectoria en la dirección escénica, gestión cultural y actualmente ejerce la dirección ejecutiva de la Compañía Teatral del Norte, A.C.

Hermosillo, Sonora.

10 de febrero del 2022.

4 comentarios en “Independientemente impertinente”

  1. Paulo, como siempre me sorprendes, te admiro mucho, y agradezco tu tenacidad por difundir el arte y la cultura en nuestro Estado! un abrazo amigo! Sigue escribiendo, me encantó la narración!

  2. Paula Cristina Martins de Castro Simas

    Paulo querido. Daqui deste nosso belo «jardim à beira Mar plantado», onde sempre ansiamos voltar a rever – te e sentir – te e que te tem no coração, te desejo as maiores Felicidades e a continuação de tantos e lindos sucessos e realizações. Que te mantenhas no trilho espectacular da tua vocação de Alma, rumo às tuas maiores aspirações. Um beijo com o maior carinho, da tia Cristina de Portugal.

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