Esta es una transcripción realizada por Inteligencia Artificial.
Entrevista realizada en Mayo del 2021.
Paulo Galindo: ¡Está listo desde la Ciudad de México un gran querido amigo, maestro, hombre de teatro, nuestro queridísimo Antonio Castro!
Antonio Castro: Amigo Paulo, me da mucho gusto verte y estar aquí para charlar contigo.
Paulo Galindo: Tony, el gusto es nuestro. Ya desde hace tiempo teníamos muchas ganas de hacer esto para nuestro público, el público de El Mentidero, que nos sigue en las redes y ha ido creciendo mucho a través de estos programas. Eso nos tiene muy entusiasmados y contentos. En esta serie de entrevistas, en el marco de la Muestra Nacional de Teatro de Península a Península en su edición número 15, aún virtual por las condiciones sanitarias, hemos querido hablar con creadores de teatro de todo el país. Hemos notado que muchos espectadores que vienen al teatro por primera vez son jóvenes entre 20 y 30 años. Queremos conocer cómo fue ese primer flechazo con el teatro para personas como tú, con una trayectoria significativa. ¿Cómo fue ese primer encuentro con el teatro? ¿Fue como espectador, fue desde niño? Cuéntanos un poco sobre eso.
Antonio Castro: Pues mira, te cuento, mi papá era muy cinéfilo y tenía una devoción total por el cine en todas sus manifestaciones. Desde niño, me volví cómplice de esa afición. Sabía quién era Jimmy Cagney, Humphrey Bogart y actores de los 30 y 40. Eso me influenció mucho. Durante la secundaria en el Colegio Madrid, me llamó la atención actuar, influenciado por todas esas películas que vi con mi papá. Empecé a hacer obras en el taller de teatro de la secundaria y, al llegar a la prepa, formé un grupo con Flavio González, con quien muchos años después hice 1822. Flavio escribió una obra que participó en un concurso y nos invitaron a Japón a una muestra de teatro de preparatorias. Fue una experiencia épica. Recuerdo que conseguimos el dinero a duras penas y fuimos a un festival en Toyama, Japón. Fue ahí donde tuve un flechazo absoluto con el teatro. Japón en sí es deslumbrante, pero ver la diversidad de expresiones teatrales me cautivó. Fue una revelación, me di cuenta de que quería dedicarme a esto toda mi vida.
Paulo Galindo: Oye, pero ir a Japón a un festival no es cualquier cosa, ¿no?
Antonio Castro: Y yo tenía 20 años, Paulinho. Fue muy difícil conseguir el dinero, hicimos varias actividades para financiar el viaje. El festival fue una experiencia fascinante, no solo por la tecnología y la diversidad de lenguajes teatrales, sino porque me enamoré del teatro en esa diversidad. Me encanta la libertad de lenguaje que ofrece el teatro, y sentí que era el lugar donde podía comunicarme con mucha libertad.
Paulo Galindo: ¿Cómo diste el salto al profesionalismo?
Antonio Castro: Para cuando terminé la prepa, estaba en dos grupos de teatro. Con Fernando Saenz, quien luego se volvió productor de televisión, hicimos una obra que Pemex compró. Viajamos por varias zonas petroleras del país. Aunque la obra no era excelente, fue una experiencia valiosa. Al final de la prepa, empecé a dirigir, pero mi primer amor siempre fue la actuación. Volver a actuar es algo que disfruto mucho, aunque a veces pienso que debería hacerlo más seguido.
Paulo Galindo: ¿Qué te llevó a estudiar teatro en Estados Unidos?
Antonio Castro: Solicité una beca para estudiar en Hamilton College, Nueva York, y estuve allí durante cuatro años. Estudié una licenciatura en teatro con especialización en dirección. En Estados Unidos, aprendí que la pedagogía de la dirección era totalmente diferente: se enfocaba en la complicidad y el fortalecimiento de los grupos, en lugar de la tiranía que a veces se ve en México.
Paulo Galindo: Esto te distingue como director. Muchos de tu generación todavía ejercen una dirección tiránica.
Antonio Castro: Creo que mi enfoque en la dirección tiene que ver con mi inicio en la actuación y mi formación en Estados Unidos. Siempre he valorado la complicidad con los actores, me parece esencial.
Paulo Galindo: ¿Crees que los creadores teatrales tienen la responsabilidad de provocar ese “gancho” en el espectador, especialmente en uno que podría estar viendo teatro por primera vez?
Antonio Castro: Yo creo que el teatro es una forma de diálogo. Para mí, el arte debe ser una conversación entre el creador y el público. Siempre pienso en el espectador al hacer una obra. He trabajado en proyectos destinados a nuevos públicos y he encontrado que el teatro puede ser una experiencia transformadora. No busco un discurso formal específico, sino enfrentarme a temas y construir un vocabulario que dialogue con el espectador.
Paulo Galindo: ¿Cómo invitamos a alguien al teatro que nunca lo ha visto?
Antonio Castro: Les diría que el teatro ofrece una experiencia única que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Es una experiencia compartida en el mismo espacio entre el público y los intérpretes. Los momentos únicos y los detalles irrepetibles del teatro crean recuerdos que permanecen para siempre.
Paulo Galindo: Exactamente. Recuerdo una vez que, durante una muestra, un globo de feliz cumpleaños cruzó el escenario en un momento crucial. Esos momentos irrepetibles son parte de lo que hace al teatro tan especial.
Antonio Castro: Sí, el teatro está lleno de instantes irrepetibles. La interacción con la actualidad y los momentos únicos que se viven en el escenario hacen del teatro una práctica muy hermosa y significativa.
Paulo Galindo: Querido Tony, ha sido un placer tenerte en El Mentidero. Esperamos que podamos repetir esto pronto y que puedas compartir tu experiencia con la comunidad teatral de Hermosillo.
Antonio Castro: Me encantaría. Hace mucho que no visito esas tierras.
La entrevista completa se puede ver en el canal de Youtube de El Mentidero. Ver aquí.